domingo, 11 de abril de 2010

Detective de la historia -- Escrito por Carlos Subosky -- Jueves 18 de Octubre de 2007


Entrevista a la historiadora Natalie Zemon Davis emitida por Radio Nacional de Argentina

El trabajo de la historiadora norteamericana Natalie Zemon Davis se parece al de un detective que intenta reconstruir sucesos a partir de  huellas, indicios o rastros. Su minucioso trabajo de recolección de datos la lleva de un lado al otro del planeta, en un viaje hacia el pasado,  tras documentos que le permitan armar el rompecabezas, que a veces deja la historia. En sus textos el lector tiene la sensación de estar tras los pasos de personas que la historia oficial dejó de lado.
En sus búsquedas figuran las vidas de tres mujeres, compiladas en su libro Mujeres en los Márgenes, donde Zemon Davis relata la vida  una comerciante judía, una monja católica y una naturista protestante que vivieron en el siglo 17, y analizó los medios que utilizaron para pasar los límites impuestos.
Entre sus trabajos también figura la curiosa historia de Martín Guerre, un francés que vivió en el  siglo 16, que tuvo que marcharse  a la guerra. Luego de unos años regresa un impostor a tomar su lugar y la esposa abandonada lo acepta. Luego de un tiempo, el verdadero marido regresa y el falso marido es juzgado y condenado a la horca. “Muchas veces me siento como una detective - señala Zemon Davis- que busca pistas para entender un momento que permanece confuso del pasado. Yo tengo un sentimiento combinado entre ser una estudiosa solitaria que intenta encontrar cada trozo de pruebas del ayer y tener una sensación de complicidad con los personajes que investigo”.
Su último libro, editado en Estados Unidos, se llama Tricksters Travels. Allí Zemon Davis cuenta la vida de Al Wazzan,  un diplomático musulmán de África del Norte que recorría el mundo en el siglo XVI. En uno de sus viajes fue raptado por piratas cristianos, en el Mediterráneo, y llevado prisionero ante el Papa León X en Roma. Estuvo en cautiverio durante varios meses y se cree que se convirtió al cristianismo para quedar en libertad. Desde ese momento pasa los siguientes siete años de su vida, desde 1520 a 1527, en Italia, escribiendo libros en italiano y en latín, de tal manera que los lectores europeos pudieran saber algo de África del Norte, del Islam y de sus viajes. Uno de sus libros más importantes fue un Atlas geográfico llamado “La descrizione dell´Africa”, publicado en italiano  en 1550, donde Al Wassan mostraba cómo era la vida en el Norte de África. Luego, en 1527, regresa a su país, con la fama de ser un segundo Colón. En Europa se lo conoció como el León Africano.
En este libro Zemon Davis busca hallar las formas en que este diplomático fue tomando para adaptarse a las diferentes circunstancias que le tocó vivir y cómo se produjo un intercambio cultural entre él y el mundo occidental de sus captores.
Usted ha escrito  que las estrategias de mestizaje de Al Wazzan  hacen reflexionar y mirar con ojos críticos la pasión nacionalista, religiosa o el racismo.¿La historia de una vida puede servir para entender fenómenos de este tipo?
La vida de Al Wazzan junto con los libros que dejó me parecen un ejemplo maravilloso de la vida y relaciones entre países, religiones, culturas, que cruzan sus límites. En mi investigación quería ver qué cosas de su cultura se había llevado cuando fue trasladado a Italia, qué había aprendido en esa tierra durante su cautiverio y cómo había integrado todo eso dentro de lo que él podía entender de ese mundo. También me pareció importante ver si le resultaba difícil poner estos universos juntos.
Los viajes y el contacto con nuevas culturas no eran algo ajeno al León Africano, ya que antes del secuestro había viajado como diplomático a través de la mayor parte de África, y también al Polo Norte. Esto nos da a entender que ya era un viajero con experiencia antes de sus años en Italia. Sabía lo que era cruzar algunos tipos de fronteras.
En cuanto a lo religioso, viajó por África y llegó a algunas regiones en las cuales sus habitantes no estaban totalmente convertidos al Islam.
Al ser secuestrado y llevado a Italia se encontró en un mundo, que  excepto por Venecia, se encontraba en  guerra con el Islam, por lo que tuvo que arreglárselas para vivir allí, adaptarse y conocer las nuevas costumbres. Esto hizo que tuviese que reconstruir su identidad y tener en un mismo plano sus viejos valores con los nuevos. Y son estos procesos de movimiento, de cruce y de intercambio los que yo exploro en mi libro.
Esa construcción de identidad de Al Wazzan es una parte importante del libro. Lo relaciono con su obra “La vuelta de Martín Guerre”, donde también hace hincapié en la reconstrucción de las identidades  ¿Es uno de los ejes de sus trabajos?
La reconstrucción de identidad o de identidades diría yo. Podría decir que la gente es bastante compleja en comprenderse a sí misma o en su propia representación, incluyendo a los campesinos, y es uno de los temas de mis trabajos. Traté de investigar sobre esto en el libro de Martín Guerre, su esposa, el impostor que tomó el lugar del marido. Fue el tema central en mi libro “Mujeres en los Márgenes”, en el que exploro la vida y las identidades de 3 mujeres del siglo XVII, la judía Glikl, la católica Marie de l’ Incarnation y Maria Sibylla Merian, y aquí lo hago nuevamente con Al Wazzan. Siempre quise que el tema de las identidades se conectara con la vida de los grupos, con la gente con la que vive, con las redes dentro de las cuales convive, la sociedad y los conflictos alrededor de la persona. No estoy interesada en las identidades por sí mismas, sino en la forma en que se relacionan con el mundo que las rodea y en la forma en que estas identidades varían a través del tiempo y cómo funcionan en una sociedad al mismo tiempo.
También aparece en sus trabajos un interés en estudiar las relaciones y conexiones que se forman entre individuos y el resto de la sociedad…
 Siempre traté de conectar identidades individuales con los grupos más grandes dentro de los que se desenvuelven, las redes de las cuales forman parte y conectar esas identidades con las sociedades y los conflictos del momento. Después veo cómo implican un cambio en la época mientras varían dentro de un período histórico determinado.
En su último libro también realiza una búsqueda de relaciones interculturales ¿Es posible a través de un solo caso sacar conclusiones generales?
Es verdad que él es sólo una persona. Entonces la pregunta es cómo se puede determinar un intercambio cultural a través de una figura interesante. Yo trato de describir una vida individual, y las vidas alrededor de ese individuo, para descubrir propuestas de procesos culturales más amplios.
El tema es que durante un siglo de guerras, dentro de sociedades religiosas y a través de sus fronteras, todavía había posibilidades de algún tipo de comunicación, de algún tipo de intercambio cultural. La vida y los libros de Al Wazzan ponían de manifiesto ese tipo de cruce, aun en tiempos de derramamiento de sangre y violencia.
El caso de este diplomático musulmán puede ilustrar bien de cerca procesos que encontramos en otros lados. Su proceso de cruzar e interconectar las diferentes formas de mirar al mundo no es el único juego o serie de sucesos en el siglo XVI, que es un período de guerras entre diferentes países cristianos y el Islam, entre los países cristianos --como los católicos y los protestantes--, y entre los pueblos islámicos. Pero en estos procesos muchas veces aparece el intercambio cultural.
Otro de los temas en que ha trabajo es sobre la historia de las mujeres y lo plantea de forma distinta al tradicional ya que no presenta a la mujer  ni como víctima ni como heroína. ¿Le parece más interesante el estudio de las mujeres en relación con las sociedades, redes familiares y con los hombres?
Es verdad que en todo lo que escribí sobre las mujeres, tanto Bertrande de Rols, la esposa de Martín Guerre o las tres mujeres de “Mujeres en los márgenes”, no puedo verlas como grandes heroínas o víctimas patéticas, a pesar de que a veces las mujeres juegan ese tipo de roles y pasan por situaciones de ese tipo. Hay momentos de sufrimiento en sus vidas, así como momentos de coraje. Pero tiendo a ver hombres y mujeres dentro de un espectro más amplio de comportamiento entre estos extremos. Con todas estas mujeres, estuve interesada en las formas en las que se las arreglan en situaciones en que se sentían presionadas y limitadas. Cómo se las arreglaban o especialmente cómo vivían las posibilidades que tenían en su mundo.
En el caso de las mujeres que ha estudiado en su libro Mujeres en los Márgenes y su investigación sobre la esposa de Martín Guerre ¿Qué fue lo que más le impactó de estas historias?
En cada caso, estas mujeres encontraron la forma de superar los límites, encontraron las estrategias para trascender sus vidas. Un ejemplo de mi libro “Mujeres en los Márgenes”: Maria Sibylla Merian, la naturista y dibujante protestante. Era una científica natural, una especialista en insectos, una actividad que no era considerada como femenina en su época y eso la hacía tener determinadas actitudes que me interesó estudiar. Merian encontró la forma de criar insectos en su cocina mientras atendía a sus hijos y a su marido y luego tras la observación dibujarlos. Se volvió una famosa botánica, se hizo un lugar respetable en un mundo dominado por los hombres.
En cada caso, estas mujeres que estudié cruzaban los límites de lo que se esperaba de ellas; cada una encontró no solo la manera de resolver la situación, sino de hacer algo nuevo. 
¿La historiografía no se ocupó del todo de los logros de estas mujeres?
La historia ya presenta en el siglo XVIII y aun más temprano, colecciones de biografías de mujeres famosas, de reinas, pero esa historia nunca se integró en la principal corriente de este tipo de escritura. Con los últimos 30 años de trabajo de la historia de mujeres, el objetivo fue no sólo ensamblar toda esta información de mujeres famosas, sino trabajadoras, campesinas, artesanas, habitantes femeninas del África, América del Sur, en tiempos pre-europeos. Luego se intentó integrar esta información a la corriente principal de comprensión histórica. Con las tres mujeres sobre las que escribí, Glickl, Marie de l’Incarnación y Merian, sus nombres me fueron conocidos porque dejaron algo escrito por medio de autobiografías. Si no lo hubieran hecho nunca hubiera podido descubrirlas. Pero su trabajo no fue tomado como algo esencialmente importante o ilustrativo de procesos en el siglo XVII.
Un ejemplo es Bertrande de Rols, la mujer de Martín Guerre, a quién siempre se le dio una mirada estereotipada.
Si, es cierto que a Bertrande de Rols siempre se la consideró como patéticamente engañada, la esposa abandonada. Fue abandonada, pero lo importante es que trató de tomar la vida en sus propias manos y continuar con el impostor. En el film que hicimos y en el libro que escribí tratamos de mostrarla como una persona más activa. Entonces creo que la imagen cambia a partir de los trabajos de las últimas décadas y no creo que la historia pueda ignorar el rol de las mujeres y el significado de “género”.
¿Porqué piensa  que la historia dejó de lado los logros de las mujeres, de las clases populares y las que no tuvieron poder?
Hubo muchas formas de escribir la historia a lo largo de los siglos, pero en general tendieron a favorecer los logros de gobernantes y guerreros poderosos. Los historiadores no le prestaban mucha atención a la gente trabajadora, no solamente mujeres, sino simplemente trabajadora. Si miramos a los grandes historiadores del mundo español no hablan en detalle ni de obreros, campesinos, indios, esclavos africanos, y ni que decir de las mujeres. Es un tema de enfoque de la historia en el poder y en los logros de esta, sin prestar atención a las formas en que cualquier sociedad es apoyada o cómo participaron en ellas con el resto de las clases poderosas. Entonces plasmar a las mujeres es parte de la imagen de plasmar gente trabajadora de personas de la clase media. Con esto se hace un amplio tipo de historia social y cultural. Creo que hay mirar a la historia desde el punto de vista del intercambio.
La intuición y la suposición tienen un rol importante en su investigación. ¿Los historiadores pueden permitirse ir más allá de los límites de la documentación real?
En cierta manera lo hacemos. La evidencia, a menudo uso la palabra evidencia, podemos también decir documentación, no siempre está en correlación entre si. Los historiadores al interpretar la historia tienen que tomar un sin fin de decisiones, sobre si la evidencia es confiable, si los puntos de vista expresados son contradictorios, y eso me sucede repetidamente en todos los temas que trabajo. En ese momento nos damos cuenta que hay muchos desafíos al trabajar con documentación histórica. Pero si se quiere hacer un tipo de estudio que pide una investigación profunda, se puede presionar sobre algo que es explícito en la documentación. Para dar un ejemplo de Trickster Travels, yo nunca quise hablar explícitamente de cómo sentía Al Wassan al estar en prisión y de ser forzado a convertirse al cristianismo si quería salir de la cárcel del Papa. Para decidir y sugerir como se sentía acerca de esa conversión, tuve que tomar toda la evidencia que tenía, los documentos de su bautismo. Yo leí la descripción de esa evidencia y de los procesos de catequismo antes de que se hiciera cristiano. Al poner todo junto con lo que había escrito acerca del cristianismo en sus manuscritos, especulé sobre el carácter de su sensitividad religiosa.
En sus trabajos utiliza mucho los condicionales. ¿Es esta una de sus estrategias para decir que estamos ante una suposición?
Efectivamente. Cuando especulo, siempre uso una palabra como “tal vez, quizá”, o el tiempo condicional, “se pudo haber pensado”, “debería haber pensado”. Eso sucede con los historiadores, especulan, toman situaciones análogas, ponen sus pensamientos por escrito, los respaldan lo más que pueden con la evidencia que logran y luego usan la palabra “tal vez”. Si hacemos una película o escribimos una novela, no necesitemos estos “tal vez o quizá” pero al escribir historia, esa es la forma en que trabajamos.
Usted dice que el cine no es una herramienta sino un medio para hacer historia. Y fue la asesora histórica de la película sobre su libro “El Regreso de Martín Guerre”. ¿Qué fin tiene el cine en el estudio histórico?
Creo que una película es otra forma de contar el pasado. Es diferente de cómo se escribe historia y estoy pensando en las películas de ficción, no los documentales. Es contar sobre el pasado, en especial darle a la gente una sensación de experiencia íntima, de cómo se sentía en una época distinta a la nuestra. Estos acercamientos permiten ver en íntimos detalles qué se siente en la guerra, qué se siente cuando se sufre, cómo se toman las decisiones en la vida de una persona. Esto lo podemos ver muy bien a través de la representación visual. De este modo podemos tener una idea de la forma de ver el pasado, de sus sonidos y de cómo se siente, de sus colores; esa es la posibilidad de la representación cinematográfica del pasado. Es como tener un laboratorio historiográfico, en el cuál el experimento no genera pruebas irrefutables, sino más bien posibilidades históricas.
Pero hay que tener en cuenta que el cine tiene sus propias convenciones, mientras que uno siempre puede referirse a la historia escrita como la fuente de donde extrajo el conocimiento, de notas al pie, o en algo que se dijo en el texto. Y es posible en el cine histórico mostrar que hay conflicto, acerca de una situación, solamente mostrando las diferentes formas en las que responden los personajes.
¿Cuál fue su principal objetivo a la hora de recrear la historia de Martín Guerre?
Mi esperanza en el film de Martín Guerre fue traer la vida de los campesinos a los ojos de millones de personas, muchos más de los que leerían el libro, para tratar de demostrar lo mejor que podíamos la forma en que vivían. Lo que me gustó de la película fue que en lugar de la imagen estereotipada del campesino, como borracho, medio estúpido, sucio, no tomando decisiones propias, bailando y sufriendo, algo que se ve en  muchos films, en nuestra película teníamos campesinos que a veces bebían y bailaban, pero eran humanos y tenían el alcance de la experiencia humana, incluyendo la experiencia de luchar por sus vidas, comportarse en forma interesante frente a jueces en una corte. Quise mostrar que eran seres humanos, no estereotipos, y creó que ese fue realmente un paso adelante en la película, a pesar de que no toda la información fue exacta.
¿No hay riesgos cuando se mira una película de esa clase que la sociedad no  distinga claramente lo real de lo imaginado?
Sí existe ese riego. Existe ese peligro de películas que no sean responsables. Cualquier película histórica va a tener una gran parte de imaginación, hablo de películas como  experimentos falsos, porque uno nunca representa el pasado. Entonces siempre habrá que imaginar cómo hablaba la gente, cómo se movían y cómo sentían las cosas. El objetivo al hacer una película responsablemente histórica es tener esta reconstrucción imaginativa lo más documentada posible por la evidencia y la documentación del pasado. Una imaginación responsable e informativa. El objetivo de aquellos que creemos en la posibilidad de las películas históricas es convencer de que se debe trabajar con los historiadores y de que deben hacer filmes responsables, películas que en alguna forma estén basadas en la evidencia y que cuando quieran modificar cosas, cuando inventen, busquen la forma de que la audiencia sepa que es algo ficticio. A veces se ve al final de las películas si hay una explicación de lo que han hecho, pero pasa tan rápido que nadie puede leerlo.  Pero ese proceso de permitir al espectador entrar en lo que se inventa debe ser alentado. Uno puede hacer un buen film histórico y que contenga drama. La buena histórica se puede llevar al cine si se hace con responsabilidad y colaboración. Y puede ser interesante y vivaz.
¿Cómo tiene que ser esta colaboración?
Los productores tienen que tener en cuenta a los historiadores a la hora de armar un guió, de describir una escena. Pero la colaboración no debe ser solamente de parte de los productores. Los historiadores deben entender lo que es hacer una película, lo que sucede cuando se filma, el medio visual, las limitaciones y entender que la mayoría de los filmes de hoy no duran más de 2 horas. Entonces el historiador debe estar abierto a los objetivos estéticos y dramáticos de la producción. Creo que con esos parámetros podemos avanzar.

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